Miro hacia delante y solo veo un
montón de plásticos atados a los árboles. Sin ningún orden, sin ningún sentido.
Cojo el palo de escoba y me doy cuenta de que pintar a esa distancia me permite
observar mi modelo al completo, empiezo a pintar, pero lo que dibujo no tiene
forma alguna. Pero ese primer trazo en apariencia inútil me ha servido para
comprobar toda la movilidad de mi cuerpo
al dibujar. Entonces vuelvo a levantar la mirada, y me fijo en el movimiento de
los plásticos. El viento los mueve de forma suave, así que intento que las líneas
que dibujo sean suaves y continuas. De momento estoy utilizando solo el gris,
pero delante de mí no solo hay gris, hay negro, blanco, azul y, tal vez, algo
de verde. Así que continúo con el mismo tipo de líneas tratando de reflejar el
movimiento de los plásticos causado por el viento, cambiando los colores y las
intensidades hasta que no quedan huecos en blanco que rellenar.
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